domingo, 22 de diciembre de 2019

La otra fábula de la cigarra y la hormiga

Había una vez una hormiguita y una cigarra que eran muy amigas.

Durante todo la primavera, el verano y el otoño la hormiguita trabajó y trabajó sin parar, almacenando comida para el invierno sin disfrutar ni un solo día del sol, ni de pasear por los campos o de estar de fiesta con sus amigas.

Mientras, la cigarra andaba todo el día cantando, bailando, paseando y disfrutando de la vida con sus amigas del bosque.

Cuando empezaron a caer los primeros copos de nieve y llegó el invierno, la hormiguita, cansada de tanto trabajar, se metió en su hormiguero lleno hasta el techo de comida. La cigarra se acercó hasta allí y le pidió quedarse todo el invierno con ella para no pasar hambre ni frío. La hormiguita le contestó:

"De ninguna manera, mientras yo trabajaba y trabajaba tú te divertías y no preparabas nada para el invierno, así que ahora tendrás que buscarte otro sitio, aquí no cabes y no hay comida para las dos".

Pasado el invierno, la hormiguita salió de su hormiguero y miró por todos los campos para ver si encontraba a la cigarra, pero nada, no la vio por ningún sitio. Al cabo de unos días, mientras volvía a acarrear más granitos de trigo para el próximo invierno, comenzó a oír a alguien que se acercaba cantando. Era la cigarra.

"¿Pero dónde has estado todo este tiempo", -preguntó la hormiguita.

"Cómo no tenía comida y hacía tanto frío he estado viajando por el mundo y en todos los sitios se alegraban de escuchar mis canciones y me cuidaban. Ahora tengo una casa en cada ciudad y toda la comida que pueda desear. Por cierto, mañana voy a París a actuar en un teatro para el que me han contratado para toda la primavera, ¿necesitas algo de allí?".

"Si, dijo la hormiguita. Si te encuentras con La Fontaine por París, ¡mándalo de mi parte a freír espárragos!".

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Versión "actualizada" de esta conocida fábula de Jean de la Fontaine

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