jueves, 29 de octubre de 2020

Sobre la repetición y el abandono escolar

Estos días observo con atención e interés los debates que resurgen en nuestra educación: las ventajas y desventajas de la internivelaridad en las aulas y la obligación o no de repetir cursos una y otra vez si no se aprueban todas las asignaturas. Curiosamente, en ambas cuestiones, existen posturas opuestas y enfrentadas pues dependen de la educación y el sistema educativo que queramos para nuestra sociedad, para nuestras niñas y niños.

Por una parte sigue vigente y muy extendido en nuestro imaginario colectivo y en nuestro día a día en las aulas el paradigma de la educación entendida como una carrera de obstáculos, y el sistema escolar como una herramienta para la clasificación y la selección de las niñas y niños para el trabajo, una selección en la que no pueden colaborar sino competir, y que tiene sus orígenes en los comienzos del sistema estatal de enseñanza en la Europa del siglo XVIII, y que en nuestro país se recuperó y se mantiene por el enorme desastre que supuso el golpe de estado y la dictadura franquista. Desde este punto de vista habría que clasificar al alumnado cada curso y hacerle repetir lo mismo si no ha alcanzado lo que el Estado esperaba de él. Desde este punto de vista son las niñas y niños los que deben adaptarse al Estado y relacionarse en aulas según su edad, como en la antigua mili. Desde este punto de vista es natural que sea inconcebible que el alumnado pase a otros cursos con "asignaturas sin aprobar" y así nos va, estando entre los países europeos de más alta tasa de repetición y abandono escolar. 

Por otra, el paradigma de la educación y el sistema educativo de países tan nombrados como Finlandia, que surgieron a finales del siglo XIX y principios del XX con la Escuela Nueva europea y americana, y que entienden la escuela como un espacio y un tiempo para ayudar a desarrollarse a las niñas y niños como personas y para potenciar sus capacidades, competencias y aprendizajes con el trabajo en equipo y la cooperación, incluso de forma internivelar. Desde este planteamiento se evalúa de forma cualitativa, continua y formativa para saber que intereses y necesidades tiene el alumnado en cada momento y, si encuentra dificultades, no se les hace repetir cada curso sino que se les presta un apoyo especial en función de las causas de esas dificultades. Desde este planteamiento no hay repeticiones ni asignaturas suspendidas cada curso, sino que se espera a ciclos más largos y sólo cuando hay que cambiar de etapa obligatoria se valora si el alumnado está preparado para la nueva etapa y, si no lo está, se mantiene durante un curso en la misma etapa para ayudarle específicamente en las carencias que tenga para ese paso. Desde este planteamiento es el sistema educativo un servicio que debería adaptarse a las niñas y niños y a sus necesidades, ya sean personales o socioeconómicas, pues se nos olvida que todos los estudios de los últimos años de España encuentran que en la repetición o en el abandono escolar el nivel socioeconómico es un elemento determinante: según el Observatorio Social de la Caixa, en el año 2015, repetían el 49,9% del alumnado de bajo nivel, el 32,5% de nivel medio, y sólo el 15,5% de alto nivel socioeconómico. Desde este planteamiento no podemos conformarnos con reducir o flexibilizar currículos, o con planes individualizados dentro de la escuela, si no que también tenemos que prestar atención fuera del aula a la realidad socioeconómica de ese alumnado que repite y abandona nuestros estudios. Y desde este planteamiento habría que transformar nuestro sistema educativo para formar en él al profesorado, para modificar su acceso al sistema escolar, dándole continuidad en sus proyectos educativos y organizando los centros con autonomía para esa adaptación a las niñas y niños y a su realidad.

Si no tenemos en cuenta de donde partimos, lo que subyace en nuestro debate sobre estas cuestiones y consensuamos que educación y que sistema educativo queremos para nuestra sociedad como punto de partida y como referencia difícilmente nos entenderemos ni podremos llegar a acuerdos para una educación y un sistema escolar para el siglo XXI porque es como hablar con idiomas diferentes.

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